Después del aire, de Andrés Binetti y Mariano Saba


En una época en la que los radioteatros tímidamente reaparecen dentro de los diales, entrar al Teatro del Pueblo y ver la representación de esas figuras que despertaban pasiones a partir de historias contadas detrás de un micrófono, no puede más que sacarle una genuina sonrisa al público, al menos por el revival de esos tiempos.

Vestida con las prendas de la comedia y el grotesco, Después del Aires (sainete oral) acontece durante el día de la muerte de Hipólito Yrigoyen, el 3 de julio de 1933. Su escenario es una radio en decadencia, encabezada por Robledo, actor multiuso que se empeña en sostener el drama gauchesco cuando el melodrama ya ganó la batalla.

Foto: Meche Martinez.
El renegao Ferrás es el relato ridículo de la jornada. Con desánimo, el resto del elenco hace lo que puede con el texto y sus convicciones personales. Batiendo su propio duelo, la transmisión lucha también contra los fantasmas del ocaso: una antena que se cae, la energía que se corta. Todo parece ir en contra de la resolución del secuestro campero de la enamorada de Ferrás, que entre verso y verso se termina quedando con su raptor, un inverosímil indio de las pampas que puede hablar en inglés. Mientras, en el plano real de las cosas, Buenos Aires se agita en espontánea manifestación ante la muerte del presidente derrocado y el autoritarismo gobernante.

A los pocos minutos de empezada, uno descubre fácilmente que Después del aire se abre en diferentes niveles: la complejidad histórica de la Década infame, la idea recalcitrante del progreso, la defensa de la democracia (la de verdad, no la fingida), la banalidad de lo ligero apoyada en el sálvense quien pueda, la hermosura de la radio y sus hacedores. El espectador sabrá con cual de ellos quedarse para poder, desde allí, darle su propia lectura al texto. 

Pero mas allá de la elección que se haga, hay un punto que, intuyo, será común a todos: la obra ofrece una excelente calidad actoral a la que se le agrega el plus placentero de la potente e impactante voz de Malala Gonzalez. Los actores, desde el vamos, hacen que el espectáculo sea de lo más recomendable.
Foto: Geoteatral.

Después del aire es la segunda parte de la Trilogía Argentina Amateur (ver debajo el detalle), escrita por Andrés Binetti y Mariano Saba. Su capítulo previo es La patria fría  (grotesco ambulante), que puede verse en el Teatro Anfitrión (Venezuela 3340) los domingos a las 20:30. De todos modos, el orden de los factores no altera la comprensión de cada pieza.


Texto: Ariana Perez Artaso.

Dónde: Teatro del Pueblo. Av. Roque Sáenz Peña 943.
Cuándo: Viernes a las 21:00.
Cuánto: $60. Estudiantes y jubilados: $35.

Foto: Saquen una pluma.

Ficha Artístico Técnica
Actúan: Julieta Alfonso, Ignacio Bartolone, Malala González, Teresa Murias, Roberto Romano y Pablo Sciolini.
Diseño y realización de escenografía: Andrés Binetti y Pablo Sciolini.
Diseño de iluminación: Andrés Binetti.
Diseño de sonido: Guillermina Etkin.
Música original de Mentíme y Cautiva: Martín González.
Letras de canciones: Andrés Binetti y Mariano Saba.
Asesoramiento de vestuario: Julia Camejo.
Diseño gráfico: Andrés Kyle.
Dramaturgia: Andrés Binetti y Mariano Saba.
Asistente de dirección: Sabrina Gilardenghi.
Dirección: Andrés Binetti,





La obra en el marco de la trilogía 
Después del aire (sainete oral) constituye la segunda parte de la Trilogía Argentina Amateur (1933/1948/1910), escrita por Andrés Binetti y Mariano Saba. Las piezas que completan el grupo son La patria fría (grotesco ambulante) y Al servicio de la comunidad (epopeya isabelina). La patria fría, primera parte de la serie, fue ganadora del concurso de Proyectos Teatrales del VIII Festival Internacional de Buenos Aires, por lo cual se estrenó en el marco de dicho festival durante Septiembre de 2011. Asimismo, el texto también fue merecedor de una mención especial en el 12º Concurso Nacional de Dramaturgia, por lo cual será editado durante 2012 por Editorial INTeatro.

Foto: Geoteatral.
Mientras que La patria fría refleja el controvertido mundo de un circo pobre en los años ’50 -pleno evitismo- a partir de un señalamiento claramente paródico del teatro discepoliano, y Al servicio de la comunidad rescata los avatares de la Belle Epoque en los festejos del primer centenario, Después del aire gira en torno al universo radial de los años ’30 y a la decadencia del género gauchesco frente al auge prometedor del melodrama. Los fantasmas del radicalismo y del autoritarismo se filtran entre los discursos de los actores-locutores, mientras la transmisión es boicoteada por la falta de energía eléctrica y la noticia de la muerte de Yrigoyen.

A través del tríptico mencionado, el proyecto se propuso desde sus inicios activar una búsqueda del grotesco en su redefinición generacional actual, así como también lanzar una mirada política no didáctica sobre dos cuestiones cercanas: la supuesta crisis de las ‘utopías’ nacionales y la persistencia de cierto maniqueísmo político idiosincrásico, tomando siempre las circunstancias de los grupos artísticos amateurs como referentes metafóricos de esa dicotomía conflictiva. Aspectos que, además de tratarlos desde la escritura, a Binetti le interesaron problematizar y visibilizar en las puestas.


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