Días de vinilo, de Gabriel Nesci

¡Levante la mano el que no tiene en un cajón un casetito compilado por un ex que le recuerda un verano perdido!
Quien no hizo de la música el museo de sus relaciones rotas, el almacén de sus amores por venir, el hospital de los desengaños, no tiene corazón. Días de vinilo, escrita y dirigida por Gabriel Nesci (autor de la recordada "Todos contra Juan"), pone en primer plano las relaciones amorosas de cuatro amigos al ritmo de sus discotecas. Esta comedia romántica de amores modernos, es una suerte de panorama fiel de la crisis de los -post- treinta.

La historia viene así: Damián, Marcelo, Luciano y Facundo son amigos desde la infancia. Hoy ya están bastante grandecitos, pero eso no los libra de andar complicándose la vida con sus idas y vueltas amorosas. Damián (Gastón Pauls) es un guionista que todavía llora la pérdida de su ex (Carolina Pelleriti) -intelectual progre, ella-, hasta que la vida lo topa con Vera, (Inés Efron), quien entre sonrisas de boca ancha intenta darle a entender que el llanto eterno por bueyes perdidos no lo lleva por buen camino literario.
Luciano (Fernán Mirás) es locutor de radio, enamoradizo compulsivo y cordero de las garras creativas de Lila (Emilia Attías).  Mientras tanto, Marcelo (Ignacio Toselli) intenta remontar una banda tributo a los Beatles hasta que se cruza con la de una colombiana (Akemi Nakamura) quien impregnará una dosis "Yoko" a su vida. Todo esto en el marco de los preparativos del casamiento de Facundo (Rafael Spregelburd) y Karina (Maricel Álvarez). Y, en el medio, la música como hilo conductor, paisaje vivo de las relaciones rotas y por venir.

Uno de los muchos aciertos de la película, tal vez el mayor, es el cuidadoso manejo del tiempo. Así, cada personaje tiene su espacio, su propio desarrollo y se torna casi imposible para el espectador contener la risa en la comunión rítimica de las situaciones. Con un vértigo envidiable se unen y enredan las historias, se suceden las réplicas de diálogo y transitamos las idas y vueltas de cada uno. También hay que decir, aquí no hay personajes menores. La participación de Leonardo Sbaraglia haciendo de...una versión afectada de él mismo como estrella mediática no tiene desperdicio.

Esta película tiene un toque de época muy bien logrado, está en sintonía con la película "El último Elvis" y la obra de teatro "La edad de oro". Vale la pena esta mirada sobre la masculinidad en tiempos de almuerzos con semillas, sobre la adultez en un mundo de infancias aletargadas con muñequitos de colección, sobre la amistad. Porque, en definitiva ésta es una historia de amor, amigos y buena música. De vuelta a casa, sólo queda sentarse con su pareja, o llamar a un ex, para escuchar El Álbum Blanco.



Por Jimena Repetto











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