Sin lugar a dudas, el siglo XIX es un punto de inflexión en la historia del teatro. El drama moderno se consolida y articula una nueva forma de pensar la relación teatro-sociedad. Sustentado en la representación mimética y en la existencia de una realidad que puede ser capturada, es un teatro que propone una tesis y que a través de una red simbólica provoca la reflexión del espectador.
En mis idas al teatro he comprobado cómo el drama moderno perdura, aunque con matices, claro. Tal vez la novedad de esta vez fue encontrarme frente a una obra que mantiene la estructura pero que captura la marginalidad de una manera tan violenta y visceral como pocas veces experimenté. Sin dudas, esta relación oscilante con el canon complejiza el hecho teatral.
En la obra hay un recorte, se representan personajes borders, pero igual puede ser el retrato de toda una sociedad, porque el consumo sustentado en el sistema capitalista que todo lo mediatiza, incluso el amor, no es exclusivo de un sector social. De hecho, es la clave de nuestra sociedad, la vida misma.
Todo se puede comprar porque todo se puede consumir. El sexo, la droga, la comida en bandejas individuales imposibles de compartir porque ya están fragmentadas. El dinero (omnipresente como dios) es la clave que todo lo articula.
Las escenas de sexo y violencia están justificadas, no sólo por la trama sino también por la intención de golpear al espectador. El encuentro con lo más primitivo genera esa contradicción en la que a pesar del horror, no podemos evitar mirar.
La escenografía es económica y funcional. El naylon con globitos utilizado para empaquetar productos recién comprados, es en la obra una gran cortina que separa ambientes y que en más de una ocasión envuelve a los personajes. Así la escenografía se articula con una de las temáticas centrales, el intercambio mercantil que imposibilita el encuentro desinteresado.
Finalmente me parece más que importante mencionar que la obra pertenece al dramaturgo inglés, Mark Ravenhill, integrante del grupo In Yer Face – conformado por Sarah Kane y Patrick Marber, entre otros-. La traducción de la obra estuvo a cargo de Rafael Spregerbuld.
Texto: Carmela Marrero Castro.
Funciones: viernes a las 21:00hs.
El Extranjero: Valentín Gómez 3378
Informes: 4862-7400
Entradas: Generales 60$ / Est. y Jub. $40
Ficha técnico-artística:
Director: Direccion de Mariano Stolkiner
Autor: Mark Ravenhill
Actúan: Daniel Toppino, Luciano Ricio, Lucas Lagré, Alfredo Urquiza y María Milessi
Iluminación: Julio López
Diseño gráfico: Santiago Badillo
Producción: El Balcón de Mersault
Diseño del espacio: Santiago Badillo
Asistencia de dirección: Julieta Cajg y Mathías Sassone
Música: Fernando Sayago
Diseño sonoro: Fernando Sayago
Diseño de vestuario: Merlina Molina Castaño
Realización de escenografía: Santiago Badillo
Fotografía: Guido Piotrkowski
Producción ejecutiva: Bárbara Rapoport
Realización audiovisual: Santiago Badillo y Mariano Stolkiner
Prensa: Simkin y Franco
Puesta en escena: Mariano Stolkiner
Gestión de derechos de autor: Marion Weiss
Un trabajo de: El Balcón de Mersault con El Extranjero Teatro
E-mail: elextranjeroteatro@gmail.com
Página web: www.elextranjeroteatro.com