Adiós a Ray Bradbury


Este martes 5 de junio de 2012 nos dejó el escritor estadounidense Ray Bradbury. El maestro se nos fue; el fuego de su obra pervive...

Autor de Crónicas marcianas y Fahrenheit 451, recibió en 2000 la Medalla Nacional de la Book Foundation por su distinguida contribución a la literatura, en 2004 se le otorgó la Medalla Nacional de las Artes y en 2007 obtuvo un Premio Pulitzer como mención especial.

Muchos le suelen colocar en el casillero de la ciencia ficción. Tal vez, ese rótulo (o cualquier rótulo) no sea suficiente para expresar el tipo de historias que contaba. Novelista, guionista, ensayista y poeta, todo un narrador de historias. Se pensaba a sí mismo como "un narrador de cuentos con propósitos morales". Un clima poético y un cierto romanticismo son rasgos persistentes en la obra de Ray Bradbury.

Antes que nada, Bradbury escribía sobre la vida diaria de las personas. Sus pasiones, sus miedos, sus fantasías, sus sueños. Su obra nos muestra críticas pinceladas sobre la sociedad en el siglo XX. "En mis obras no he tratado de hacer predicciones acerca del futuro, sino avisos. Es curioso, en mi país cada vez que surgía un problema de censura salía a relucir como paradigma de la libertad Farenheit 451. Los intelectuales, ya sean de derechas o de izquierdas, siempre tienen miedo a lo fantástico porque les parece tan real ese mundo que creen que estás intentando engañar y, evidentemente, así es. (…) Vivimos en un mundo que nos absorbe con sus normas, con sus reglas y la burocracia, que no sirve para nada. Hay que tener mucho cuidado con los intelectuales y los psicólogos, que te intentan decir lo que tienes que leer y lo que no".

Bradbury fue un ávido lector desde temprana edad, además de un escritor aficionado. No pudo asistir a la universidad por razones económicas; quizás fue eso lo que lo motivó a convertirse en ferviente autodidacta. "No puedes aprender a escribir en una universidad. Es un lugar muy malo para los escritores porque los profesores siempre piensan que saben más que uno, y no es cierto. Ellos tienen muchos prejuicios. Digamos: a ellos les gusta Henry James, pero ¿qué pasa si no quieres escribir como Henry James? (…) La biblioteca, por otro lado, no tiene límites. La información está ahí para que la interpretes. No hay nadie que te diga que pensar, que te diga si eres bueno o no. Lo descubres por ti mismo".

Para subsistir empezó vendiendo diarios. Sus trabajos iniciales los vendió a revistas, a comienzos del año 1940. Con las sucesivas publicaciones fue que consiguió volverse escritor profesional. Con el tiempo eligió establecerse en California, donde continuó su producción hasta sus últimos días. Trabajaba disciplinadamente todas las jornadas, aunque sólo por dos horas, de día, de noche o de madrugada. Eran dos horas intensas, vividas a gran velocidad: "hoy terminé un ensayo. Ayer, otro". A toda pasión como siempre, tal como escribió Fahrenheit 451 en sólo nueve días.

En tanto admirador confeso de Edgar Allan Poe, le rendía su debido homenaje como mejor sabía: por medio de la literatura. La mayor parte de las veces, la referencia era explícita: personajes, lugares, situaciones. Cuando el guiño aparecía de forma solapada, la escritura de Poe se filtraba en las expresiones de Bradbury, sobre todo en las descripciones de ambientes y de personajes.


Quizás la mejor forma de recordarlo sea con un breve fragmento de las Crónicas marcianas; se trata en particular de un texto que el mismo Jorge Luis Borges apreció mucho:


‎"Esta noche había en el aire un olor a tiempo. Tomás sonrió. ¿Qué olor tenía el tiempo? El olor del polvo, los relojes, la gente. ¿Y qué sonido tenía el tiempo? Un sonido de agua en una cueva, y una voz muy triste y unas gotas sucias que caen sobre cajas vacías y un sonido de lluvia. Y aún más, ¿a qué se parecía el tiempo? A la nieve que cae calladamente en una habitación oscura, a una película muda en un cine muy viejo, a cien millones de rostros que descienden como esos globitos de Año Nuevo, que descienden y descienden en la nada. Eso era el tiempo, su sonido, su olor. Y esta noche (y Tomás sacó una mano fuera de la camioneta), esta noche casi se podía tocar el tiempo".

Somos muchos los que tuvimos nuestro primer acercamiento a la literatura a través de los cuentos cortos y las novelas de Ray Bradbury. Se nos va un maestro, pero su obra permanece viva. Se alza melancólica apuntando hacia el planeta Marte; se mantiene firme, incombustible al fuego del tiempo.


Texto: Guido E. Maltz.


Enlaces de interés:
Página oficial de Ray Bradbury: http://www.raybradbury.com/
Algunos de sus cuentos en la Biblioteca Digital Ciudad Seva: 

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