Por Carmela Marrero Castro.

El Festival incluyó espectáculos de teatro y danza, uruguayos e internacionales (Europa y América Latina). Las entradas eran gratuitas y se podían retirar el mismo día o con anticipación. La organización no fue ficticia, funcionó. Detalle no menor ya que muchas veces, el estrés por obtener un lugar puede desahuciar y causar la retirada, poniendo bastante en cuestión la democracia de ciertos eventos. Las obras argentinas que participaron fueron: Viejos de Sergio Mercurio, Estado de Ira de Ciro Zorzoli, Mi vida después de Lola Arias, El Box de Ricardo Bartís. También se presentaron obras argentinas realizadas por directores y actores uruguayos, como La Madonnita de Mauricio Kartun dirigida por Graciela Escuder.
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Foto: www.alternativateatral.com |
Paralelamente a los espectáculos se desarrollaron actividades académicas y pedagógicas. Mesas redondas, talleres, charlas y el VII Coloquio Internacional de Teatro en el que estuvimos presentes. “Territorios de la memoria” fue, en consonancia con el Festival, el eje temático de las reflexiones. La discusión teórica abarcó desde la recuperación y la relectura de figuras históricas en las artes escénicas, hasta la representación de la memoria y la posibilidad de enunciar traumas históricos como la dictadura en los países del cono sur. Las discusiones evidenciaron que algunos debates son ineludibles, y que la dictadura fue un período histórico que es necesario visitar desde lo artístico y desde lo académico.
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Foto: eldiario.com.uy |
Finalmente, pero no por ello menos importante, los festejos del Bicentenario funcionaron como escenario de fondo. El lunes 10 de octubre fue el día elegido para los festejos en Montevideo (se han realizado en todo el país). Cuatro escenarios simultáneos presentaron artistas de diferentes países para celebrar 200 años de la Revolución Oriental. La compañía catalana La Fura dels Baus fue invitada para cerrar los festejos. Se trata de una compañía que realiza megashows callejeros, con elementos gigantes (como una muñeca de 8 metros que bailaba candombe) y que trabajó en conjunto con artistas uruguayos para la puesta en escena de Montevideo. El escenario fue la Plaza Independencia, y los espacios fueron múltiples.
Más allá de reseñar la presencia del grupo catalán, como uruguaya, una reflexión me asalta. ¿No es sintomático que un grupo español sea el encargado de representar diferentes momentos históricos de Uruguay en los festejos del Bicentenario? Pareciera que los territorios de la memoria batallan por construirse en un país que festeja 200 años, aunque tal vez no sea tan claro de qué.