El hombre que podía recordar sus vidas pasadas, de Apichátpong Weerasethakul

 Un viaje a las entrañas de la Tierra


Por José Binetti


"La vida de cada hombre es un camino hacia sí mismo,
el ensayo de un camino, el boceto de un sendero".
Hermann Hesse

"El hombre no puede perecer
cuando el alma abandona su vestidura".
Goethe






El hombre que podía recordar sus vidas pasadas es la ultima películade Apichátpong Weerasethakul, ya ese nombre debería darnos alguna pista de que tipo de película se trata. Ganadora de la Palma de oro en Cannes (máxima distinción dentro del circuito de festivales) y perdedora del Oscar como mejor película extranjera ante El secretos de tus ojos de Campanella, esta película Tailandesa se coloca en un lugar difícil de describir.

¿Cómo hacer una crítica a una película tailandesa, de un director poco convencional? ¿Podemos sospechar o acaso fingir que tenemos los presupuestos culturales para calificarla, clasificarla, catalogarla?


El hombre que podía recordar sus vidas pasadas es una película lúdica, que requiere del espectador aquella inocencia que alguna vez poseímos en nuestra niñez. Inocencia ante la sorpresa, ante lo bello. Debemos recuperar ese placer ante el temor, ante lo desconocido.
Sentir alegría o tristeza, o simplemente dejarse llevar por un mundo que nos es ajeno. Que no nos es convencional, pero sí bello, contemplativo y fantásticamente gracioso.
La realidad y fantasía se mezclan, se unen el mundo de los humanos, el de los seres que habitan los bosques y el que se mueve en  el “más allá”. Pertenecen a un mismo tiempo y espacio que no es el tiempo y espacio que manejamos habitualmente, mucho menos el cinematográfico clásico de causa y efecto.



Comencemos por decir:
Aquellos que busquen en esta película una progresión dramática clásica (introducción-nudo-desenlace), una trama que "explique" o "justifique" cada una de las situaciones que se plantean, es muy probable que Apichátpong Weerasethakul los desconcierte, y hasta en algunos casos ofenda sus ímpetus de orden.

¿Cuál es la razón que nos empuja a necesitar en una obra audiovisual una trama, guía férrea, de la mano de la cual recorrerla?
Nadie intenta ya buscar la trama de una obra de danza contemporánea o Butoh, ante lo pictórico abstracto ya nadie se escandaliza ni enoja. ¿Por qué entonces le pedimos al cine que no abandone lo estrictamente narrativo?


La desesperación porque cumplan nuestras intenciones, nuestros ímpetus de orden -nuestras ganas aristotélicas de que nos cuenten aquello de la forma a la que estamos acostumbrados- debe abandonarse en la puerta del cine.


¿Será momento de dudar de la Causa/Efecto? Después de todo nada comprueba esta regla tan férrea gracias a la cual vivimos y construimos nuestro sentido común. Pero ésa es una discusión mucho más extensa, volvamos a la película.

La trama importa claro que sí, pero se doblega ante la imagen, ante el chiste, ante los ojos rojos, los hombremono, la muerte.
Estas vidas pasadas son vidas poéticas, que como la poesía, no escapan a la realidad tangible, a la guerra y la muerte, nos llevan a recorrer el universo de la selva y sus criaturas. Apichátpong Weerasethakul creció y maduró en la selva, de ahí su vocación contemplativa y su fascinación por ella que comparte con el espectador en este film.

Al ver El hombre que podía recordar sus vidas pasadas debemos estar preparados para realizar un viaje hacia la muerte por las entrañas de la tierra, guiados por seres extraordinarios. Fantasmas, Hombremono o peces gatos que contentan tristes señoritas.
Un viaje que atraviesa conceptos religiosos del budismo y recuerdos de la guerra. Un viaje a través de la memoria que no es materia analizable, tangible ni ordenada. Un viaje extraño, pero por eso también hermoso.


El hombre que podía recordar sus vidas pasadas
(Tio Boonmee) UNCLE BOONMEE WHO CAN RECALL HIS PAST LIVES,
Tailandia, Gran Bretaña, Alemania, Francia, España, Holanda/2010)  /
Guión y dirección: Apichátpong Weerasethakul /
Fotografía: Yukotorn Mingmongkon y Sayombhu Mukdeeprom / 
Edición: Lee Chayametikool / 
Diseño de producción: Akekarat Homlaor / 
Elenco: Sakda Kaewbuadee, Matthieu Ly y Vien Pimdee /   
Duración:  114 minutos.

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