¿Por qué el clown nos interpela? ¿Por qué nos hace reír? ¿Por qué “los gestos y movimientos del actor cuando se expresan van a hablarle directamente al cuerpo del espectador”, como señala George Lewis, coautor junto con Victoria del personaje que ella encarna en esta Ultima vez? Son una serie de preguntas que no podemos evitar formularnos ante una representación que anula la posibilidad de comprenderla en un plano exclusivamente discursivo. La última vez no es nunca una última vez: es una instancia que se repite una y otra vez. El retorno de un temor al que no se puede otorgar un nombre: el precipicio es el miedo ante la imposibilidad de concretar los propios deseos o, peor aun, ante la posibilidad de concretarlos.
De acuerdo con Jacques Lecoq, “La búsqueda del propio clown es en primer lugar la búsqueda del propio lado irrisorio.” Lo que nos divierte no son las muecas y los movimientos de Victoria en sí, sino en la medida en que revelan aquel estado de cómica indefensión que es propio de la condición humana. Tanto en el deseo de formar una familia con hijos cada vez más sobre-humanos, como en el anhelo de encontrar simplemente una pareja (¿simplemente?), el fracaso es una de las tantas sombras de las que el actor, esto es, el hombre, debe correr.
No es casual que los elementos audiovisuales, que cohesionan y aportan una cierta geografía al acontecimiento teatral, finalmente terminen mostrándonos cómo el origen del precipicio se encuentra en la infancia. Es ahí donde, de acuerdo con Lecoq, hace su primera aparición el clown.
En la obra, las realidades más temidas son exageradas hasta el punto de hacerse carne con la condición de la protagonista. La actitud física que muestra el enfrentamiento de la actriz con dichas realidades se nos presenta no como un mero trabajo técnico o una construcción de personaje efectista sino, antes bien, como una elaboración interna en la que quien encarna el juego se ve comprometido personalmente en la representación. La risa permite sacar a la luz los gestos que en la vida social, gran silenciadora del cuerpo, deben permanecer ocultos.
El trabajo de Almeida y Lewis nos plantea muchas preguntas, pero no podemos evitar que la risa nos acompañe al formulárnoslas.
Sala: Teatro El Piccolino. Fitz Roy 2056 - Palermo –
Horario: Viernes - 23:30 hs
Precio: $ 30,00
Ficha Artística - Técnica
Libro e Idea Original: Georges Lewis, Victoria Almeida
Colaboración Dramatúrgica: Mario Luis Marino
Actúa: Victoria Almeida
Composición musical y Coach vocal: Mauricio Mayer
Músicos: Martín Longoni (Contrabajo), Maximiliano Padín (Charango y Ronroco), Andrés Reboratti (Flauta, Clarinete y Saxo Barítono), Mauricio Mayer (Piano)
Ingeniero de mezcla: Santiago Beer
Diseño de Animación digital: Dante Sorgentini
Video Clip: Gonzalo Almeida
Diseño de luces: Omar Posematto, Gonzalo Calcagno
Diseño de vestuario: Victoria Almeida
Modista: Nani Nuñez Campos
Realización escenográfica: Sebastián González
Producción Ejecutiva: Silvina Silbergleit
Diseño Gráfico: Maria José Prenasi
Fotografía: Tatiana Jares
Prensa: Simkin & Franco
Asistencia de dirección: Juan Pablo Baño, Carla Di Battista
Dirección: Mario Luis Marino