TEN PIEDAD DE MÍ de Bea Odoriz

Por: Clarisa Anabel Pozzi

“La necesidad de una fe para escapar de la nada”

Leonor Manso e Ingrid Pelicori comparten dos obras en el espacio del CCC, una es “Antígona”, de Alberto Muñoz, la otra “Ten piedad de mí” de Bea Odoriz.
Esta última circula por el quehacer cotidiano pero alejado de lo espiritual. El escenario se inunda con la música de Bach que nos envuelve en un aura de religiosidad que se emparenta con la muerte. La posibilidad de creer en algo se torna manifiesta en este grupo de seres que comparten una reunión familiar.
La mayor de los congregados festeja su cumpleaños, Manso la agasaja con un puchero y Pelicori la homenajea al ritmo de distintas danzas, con su voz y con una postura ingenua, casi infantil.
Estas dos mujeres rememoran su vida en el campo, la tranquilidad de ese ambiente, la simpleza de aquellas cosas; ahora, a cargo de la anciana, temen ser desalojadas por el hijo de ella que viene a buscarla y decidido a vender la casa.
Las canciones alemanas cubren la falta de fe de estos seres que transitan la vida sin un sentido claro de lo que quieren; la melodía se presenta como la esperanza de confiar en algo que está más allá de su entendimiento.
Mientras tanto todo es pasatista, se entregan al sexo y la bebida, intentando cubrir así momentos de extrema soledad donde reina el sinsentido y la carencia de un camino por seguir.
Lo que importa es no pensar, no reflexionar, vivir el momento, sin necesidad de comprometerse con nada, sin la posibilidad de planificar nada porque la existencia es ese recorte de tiempo.
La muerte está presente a cada momento, la anciana puede dejar de existir en cualquier momento pero ellos también, ninguno tiene la vida comprada e intentan llenar el silencio con sus risas, su canto, su danza.
No quieren generar espacios para ese mutismo que implica la nada, por eso todo es algarabía y descontrol, no hay alimento espiritual, no lo precisan, porque repreguntarse sería saber de lo vacío de sus vidas y hay que soportar ese peso.
Entonces comen, beben, se besan, se manosean, se excitan, se ríen, gritan, bailan, cantan y se maltratan. Asumen actitudes instintivas; acá no hay sentimientos en juego, todo es pura exaltación.
El deseo sobrevuela la obra no como goce sino como vía para escapar de la muerte, la atracción entre ellos es el auxilio que encuentran cuando parece que ya no queda nada por hacer.

La obra recorre los caminos del dolor, del padecimiento propio y del de su semejante, que no es su prójimo, apenas un desconocido al que no se tiene ninguna intención de conocer; estos seres son casi anónimos los unos para los otros, ni siquiera cada uno de ellos sabe quién es.
Estas personalidades desencajadas, sin mundo propio, cubren toda la escena, la incapacidad por preguntarse lo que realmente son los lleva a caer en una vorágine donde prima la angustia y el desconcierto donde la melodía de Bach que aparecería como salvadora se ve sumergida a lo más bajo, acallada, para pronto desaparecer.

FICHA TÉCNICA: “Ten piedad de mí”, de Bea Odoriz. C.C. de la Coop., Corrientes 1543. Sábados a las 23 hs. Localidades: $ 40.

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