La noche canta sus canciones, dirigida por Daniel Veronese

Por Ignacio Santillana



Entramos a la sala escuchando un saxo rabioso y vemos a los actores a un costado. Rápidamente comprobamos que también son personas: hablan distendidos, toman agua, apagan sus teléfonos celulares: tienen una vida fuera del escenario. Y de algún modo no van a abandonar ese lugar en ningún momento, aunque sí van a correrse de él para actuar. Los que estén sentados mientras los demás actúen dentro del cuadrado que se dispuso para tal fin, serán los interlocutores activos. Están pero no están, o algo así.
El texto del noruego Jon Fosse intenta retratar el momento de la separación, y todo lo que esto pone en juego: el lugar propio, el lugar ajeno, hasta dónde yo soy yo y no vos, la relación familiar, las frustraciones, los hijos, el amor, el desamor, el engaño, la indiferencia, las discusiones de pareja, las discusiones internas… la lista sería interminable.
Para trasladar esto a escena, Veronese articula una puesta minimalista en la que los actores son los que completan lo que no vemos, despliegan el fragmento que constituyen los dos sillones y la alfombra, y lo extienden sobre nuestras narices. Son los encargados de nombrar lo ausente para que esté presente, para que nosotros, espectadores, construyamos ese espacio, (¿y qué otra cosa es el teatro si no eso?). Ellos tienen el poder de hacernos escuchar el llanto del bebé o el timbre de la puerta, y lo utilizan. Y escuchamos llorar a ese recién nacido aunque no lo escuchemos.
En la puesta que hace Veronese de La noche canta sus canciones, se ve lo que normalmente no vemos en teatro, el famoso detrás de escena: entonces cuando un personaje dice “me voy”, lo vemos salir del perímetro marcado y podemos seguir viendo su proceso fuera de escena pero sin que deje de estar en ella, y ver así cómo se prepara para volver a entrar.
Veronese intenta sacarle un poco el maquillaje al teatro. Si bien sabemos que cuando un personaje dice “salgo a hacer las compras” no va a hacerlas y lo aceptamos, en esta obra, además, lo vemos.
Esta puesta intenta evidenciar que estamos sentados en un teatro, que los que están frente a nosotros son actores y están actuando, y que por un par de minutos todos vamos a hacer de cuenta que no existe nada más que esto.


Ficha técnica:

La joven: Eugenia Guerty
El joven: Diego Gentile
Baste: Claudio Da Passano
El padre: Luis Gasloli
La madre: Elvira Onetto

Dramaturgia: Jon Fosse
Dirección: Daniel Veronese
Traducción: Clelia Chamatrópulos
Asistente de dirección: Diego Curatella
Fotografías: Maxime Seugé
Producción ejecutiva: Maxime Seugé

Esta obra cuenta con el apoyo de la Real Embajada de Noruega en Argentina y Proteatro.

Funciones: domingos a las 17 hs. EL CAMARÍN DE LAS MUSAS. Mario Bravo 960.
Reservas: 4862-0655 Entradas: $30. Est y Jub $15.
Prensa: Carolina Alfonso – 155-662-6002 / 4802-4607 / caroalfonso@gmail.com

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