ARTE Y CREACIÓN

Por: Clarisa Anabel Pozzi

En “Psicología y poesía”, un texto de 1930, nos dice Jung que existen dos tipos de creación, señalando que pueden coexistir en un mismo artista. A una la llama ‘psicológica’ y a la otra ‘visionaria’.
La primera tiene que ver con lo conocido, con las experiencias comunes de dolor, amor, odio, miedo, a través de las cuales el ser humano puede entender a los demás. La segunda tiene que ver con el mundo de lo desconocido, con lo que va más allá del límite de lo normal.
Si la creación psicológica muestra lo conocido, la visionaria muestra el inconsciente colectivo, la zona más profunda de la psiquis. Según Jung “el artista toca honduras que ningún otro ser humano alcanza”.
“Este volver a sumergirse en el estado primigenio – explica – es el secreto de la creación artística y sus efectos, pues en este nivel de vivencia ya no es el individuo quien experimenta, sino el pueblo, y ya no se trata allí del bienestar o dolor del individuo sino de la vida del pueblo”.
Edgar Allan Poe defiende una teoría racionalista de la creatividad. El concepto de “composición” refiere a una reunión en cierto orden. Explica Elena Oliveras:”Poe no cree que la capacidad de hacer arte descienda del ‘topos uranus’, como pensaba Platón, ni que mane de fuerzas ocultas del inconsciente, como pensaba Jung. El arte es, para Poe, un producto consciente fundado en cálculos precisos, en una construcción racional, y por lo tanto regulada, de la obra de arte”.
El artista al crear plasma tamizadas el mundo de sus imágenes más fijadas, de sus obsesiones, de aquello que lo detuvo un instante sin dar tiempo a razonar, la instantánea que hace luz y dibuja la hoja en blanco; el trazo de la pincelada del pintor, el son en el pentagrama del músico.
Son voces que se repiten en la mente y necesitan salir, son expresiones captadas en boca de otros, es un olor que retrotrae el tiempo para que la memoria se active, es la suavidad de una textura que recobra al sentimiento, es el sabor impreciso del olvido.
Según Valéry en la producción de una obra también se incluyen tanteos, improvisaciones y azar: “Encuentro un poco por todas partes –precisa- en los espíritus, atención, tanteos, inesperada claridad y noches oscuras, improvisaciones y ensayos o recuperaciones muy apresuradas. En todos los hogares del espíritu hay fuego y cenizas, prudencia e imprudencia; método y su contrario, el azar bajo mil formas”.
Establecer un método no implica librarla de los efectos del azar, muchas veces, como ocurre en el dadaísmo, el azar es aquello que motoriza al arte y le da su verdadero sentido.
Pareyson afirma en “Conversaciones de Estética” que “el artista procede tanteando, sin saber a dónde llegará, pero sus tanteos no son ciegos, sino que están dirigidos por la misma forma que ha de surgir allí, a través de una anticipación que, más que conocimiento, es actividad ejercida por la obra antes incluso de existir, en las correcciones y en los cambios que el artista está haciendo”.
El artista compone un mundo, materializa sus sueños, enlaza situaciones vividas y por vivir, recrea, modifica, percibe semejanzas, y a través de la labor creativa combina conocimiento con juego.
Jung sintetiza: “el alma del creador acoge este material que se eleva de la cotidianidad a la cima de su vivencia, y lo configura de modo que su expresión haga penetrar en la clara conciencia del lector lo que en realidad es común, lo personalmente sentido: es el contenido de la consciencia humana, explicado y transfigurado en su configuración artística”.

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