por Nicolás Pose
Criminal es una obra donde la trama homenajea y al mismo tiempo revela las miserias del psicoanálisis, cuestionando la falta de ética que pueden llegar a tener los analistas como cualquiera de nosotros, con la diferencia de que ellos tratan a personas. Javier Daulte ha sabido aprovechar perfectamente la finalidad del psicoanálisis de la búsqueda de la verdad, de investigar el inconsciente, para construir un relato policial que no está exento de matices melodramáticos.
La acción de la obra se construye en un espacio tan despojado como el de la psiquis humana, estando los cuatro actores a la vista del espectador pero sin participar de la acción al mismo tiempo. Y el espacio real es la habitación con diván: el símbolo del espacio psicoanalítico por excelencia. En ese espacio transcurre toda la acción de la obra, intercalando diferentes sesiones. Entra un actor y sale otro, estando todos dentro del mismo espacio. El recurso es sumamente inteligente, ya que no interrumpe la acción en ningún momento, sumado a los cortes de escena que están marcados por los corte de luz.
La obra comienza cuando el analista de Diana-Juan Bueras-, le cuenta en terapia a otra colega-la Dra A, analista de Carlos Cossio-que Carlos quiere asesinar a Diana, su esposa. Luego el espectador asiste a las otras terapias, la que mantiene Diana con Juan Bueras, y la que mantiene la Dra. A con Carlos Cossio. A través de las terapias se revela el carácter débil y mitómano de Cossio para esquivar la realidad, y el carácter posesivo de Diana, una femme fatal. Mientras tanto, a medida que la tensión aumenta ante la imposibilidad de saber si puede ser probable el crimen o no y el espectador coteja los diferentes diálogos de diván, la música logra momentos de clímax excepcional dotando al ambiente de mayor suspenso al estilo Hitchcock. Además de que la historia sea excepcional, también la obra critica a los analistas, más cuando en una parte de la obra la Dra. A charlando con Bueras sobre la situación le confiesa que no quiere perder a su cliente, e inmediatamente se desdice y agrega con una sonrisa, avergonzada: “paciente”.
Al principio la obra se perfila como un thriller psicológico, pero luego aparece el elemento humorístico cuando se parodian ciertos momentos de la práctica psicoanalítica, y sobretodo cuando Juan Bueras confiesa su homosexualidad y el espectador asiste a una transformación impensada.
El final demuestra la inteligencia y astucia de Cossio y Diana y ridiculiza a los analistas, quienes finalmente terminan siendo engañados. Juan Bueras termina llorando desconsoladamente mientras las luces bajan progresivamente y la música se torna siniestra. La falsedad de toda verdad es lo que parece demostrar la brillante historia de Daulte, ya que no existe “la verdad” sino que hay verdades, y no son las que uno siempre espera. Todo puede ser relativo dentro del mundo de la subjetividad y por ende del pensamiento de los seres humanos.
Si la historia es impecable, también lo son las actuaciones. Se destaca sobretodo la impecable interpretación que hace Luis Dartiguelongue, construyendo un personaje tan complejo como el de Cossio. También Eduardo Narvay logra una gran interpretación, efectuando de manera admirable las transformaciones que sufre Juan Bueras a lo largo de la obra.
La obra tiene muchos puntos altos, y es en este sentido que tiene la capacidad de aprovechar a la perfección la mayoría de recursos que provee el teatro. Es por eso que la música y las actuaciones, sumados al texto de Daulte y a la dirección del experimentado Marcelo Velásquez, arman un combo exquisito para degustar en cualquier momento.
Criminal una obra Javier Daulte
Intérpretes: Paola Cappellari, Uki Cappellari, Luis Dartiguelongue, Eduardo Narvay
Diseño y realización de escenografía: Fernando Leiva
Iluminación: Pehuén Stordeur
Asistencia de dirección: Inés Echavarría
Música original: Emiliano Spadaccini
Vestuario: Natalia García Barros
Director: Marcelo Velázquez
En Del Borde espacio teatral, Chile 630. Funciones: Sábados 21:30hs (Reservas:4300-6201)