"Un viaje a los orígenes del arte"
Por: Clarisa Anabel Pozzi
El artista Ernesto Ballesteros presenta “Astronomía del interior”, una ambientación con soporte fotográfico y con iluminación a cargo de Matías Sendón.
“Hay una forma de mirar el cielo. Tapas todas las estrellas y no pasa nada. O, un poco más tarde, aparece algo, una luz más ténue y sutil pero al fin estamos hablando de muy poco. Prácticamente, nada. ¿A dónde nos lleva Ernesto velando parte del cielo en función de algo tan insignificante como esa luz intermedia?”, declama un texto de Leopoldo Estol al ingresar a la muestra.
Con la sala totalmente a oscuras, sólo son visibles los haces de luz que dibujan los contornos de un ambiente que nos invita a jugar el juego del arte.
Ballesteros expresa que para él “el espectador siempre es el que completa la obra, el que arma su propio trayecto”; “no me interesa dar una opinión certera sobre aquello que yo quise decir, –explica- me interesa que cada uno articule su propio itinerario”.
“Disfruto jugar con las reglas –puntualiza el artista-si bien me gusta atenerme a algunas preceptivas no por eso dejo de ir más allá. Cuando comienzo mi obra tengo una idea clara de lo que voy a realizar, pero muchas veces el azar se me impone y voy por otras vías”, concluye.
En Ballesteros hay un encuentro con el ente, con lo primigenio, como un retorno a la nada, como un posible resplandor en un hueco inhallable.
Se percibe un camino de búsqueda, de querer ser, un viaje al mundo de los comienzos, un destello de luz en el ocaso, un buscar decir lo innombrable, lo inenarrable.
Aquí el artista es un prestidigitador: “El hombre sueña también con operar mágicamente sobre la naturaleza, con poder cambiar los objetos y darles nueva forma recurriendo a medios mágicos. Es el equivalente, en la imaginación, de lo que el trabajo significa en la realidad. El hombre es desde el principio de los tiempos un mago”, sintetiza Fischer.
Este arte respira la lengua de los orígenes. “El lenguaje primitivo es rico porque es pobre…el extenso repertorio de gestos marcó, por así decir, el ritmo y los límites de las palabras habladas”, dice el escritor alemán.
Leo Estol se pregunta “¿cómo encender el fuego?”, “entre las manos –responde- así fue como los hombres se enseñaron el fuego y nos fuimos olvidando…esa vez, también fuimos bestias, mirando, de repente, bien adentro de las estrellas”.
“Astronomía del interior” es un paseo fugaz, “un rato cerramos los ojos pero todavía estamos despiertos”, puntualiza Estol; la visión se sostiene en una pausa, allí es cuando el paisaje se magnifica.
Laberinto multicolor sin principio ni fin, estela prodigiosa, aros intermitentes, resortes magnéticos irrumpen en el espacio y adquieren identidad.
Llamas de luz, pasión, proyección que brilla bajo un oscuro fondo donde todo se sumerge, flamea la llama envuelta en velos de tiniebla, resplandor que hechiza, magnético fulgor.
El arte de Ballesteros embruja, cautiva, pone en escena lo primordial, lo uno, lo invariante, lo que permanece, lo que resiste al cambio.
Su obra despega un profundo sentido de libertad, de inmensidad, de transparencia, hay tensión entre lo que se muestra y lo todavía oculto; una síntesis de lo positivo y lo negativo, sin más, energía que se plasma en un instante de vida único capturado en el tiempo.
FICHA TÉCNICA: ENTRADA LIBRE Y GRATUITA. Centro Cultural Recoleta, Junín 1930, sala Cronopios, del 13 de marzo al 5 de abril.
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