Todo se desmorona salvo este dolor, de Matías Feldman.

Por Susana Miranda


"La miseria atrae más miseria. Es como un imán. No puedo soltarme. Todo lo que me rodea se desmorona y queda este dolor. Esta oscuridad me perturba. No estoy y el mundo sigue en algún lado. Quisiera que los demás vieran como sufro. Quisiera que se compadezcan de mí. Que quieran besarme y que quieran abrazarme. ¿Ó acaso merezco lo que me pasa? ¿Acaso se puede merecer algo?"



La mujer es bonita, sensual y está enfundada en un vestido, nada menos que rojo. Pero de nada le sirve: se encuentra sola con su beba, en una casita en medio de la Patagonia. Es que un tal Richard la enamoró, la llevó hasta allí y la abandonó a su suerte. Un monólogo suyo abre la obra y da información acerca de una prehistoria de traición, y también da a conocer el presente de confusión y dolor que la mueven. Bueno, lo de mueven es un decir; la mujer está atrapada, y no tiene mucho margen de maniobra, más que hacer un recorrido desgarrador a través de sí misma.
Frente a ella aparecen otros dos personajes con el mismo nombre (y con actitudes que irán desde lo complementario hasta lo idéntico), y entre los tres conforman una cadena que gira en torno a una ausencia: Marcelo-hermano-de-Richard es cuidado por Marcelo-empleado-de-Richard y ambos se presentan ante esta mujer-abandonada-por-Richard. Pero el hombre, constantemente mencionado y esperado, es un hueco, un vacío que, sin embargo, desde su no estar presente, moviliza a esta cadena de personajes en un movimiento que no conduce a ningún lugar.
Están sin rumbo. Esperan (imposible no pensar en Godott y en el teatro del absurdo), y en esa espera tienen lugar acciones que hacen visible una realidad oculta y dolorosa. Así como la obra tiene una débil explicación racional, que la aleja del realismo, posee, también, una muy fuerte lógica interna que le da cohesión. Se hilvanan estrechamente: incertidumbre, frustración, ansiedad, duda, deseo, esperanza, y violencia; emociones que son, además, intensamente interpretadas por un trío de actores que se desempeñan con acierto, tanto en dar profundidad a los personajes, como en desplegar su habilidad corporal por el escenario. Particularmente fuerte resulta el monólogo final. Perturbador e inquisitivo, las palabras señalan el anhelo de un abrazo, haciendo más patético, aún, el dolor que sigue en pie.

El espacio es un elemento destacable en la historia y en la puesta en escena, ya que la vastedad y el aislamiento patagónico se hacen carne en los tres personajes. Una casa, que emerge solitaria, remite a la pintura de Edgard Hopper, Summer Evening, remarcando lo productivo que puede ser el vínculo entre plástica y escenografía, cuando está a cargo una mirada entrenada y amplia, como es la del director Matías Feldman.




Ficha técnica

Dramaturgia: Matías Feldman
Actúan: Carolina Martin Ferro, Gonzalo Martínez, Hernán Oviedo
Diseño de escenografía: Alicia Leloutre
Diseño de luces: Matías Sendón
Diseño gráfico: Leandro Ibarra
Asistencia de dirección y producción: Juan Barberini
Prensa: Claudia Mac Auliffe
Dirección: Matías Feldman

Espacio Callejón
Humahuaca 3759
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 4862-1167
Entrada: $ 20,00 y $ 15,00 - Viernes - 21:00 hs - Hasta el 19/12/2008

Dirección:

jimenarepetto@gmail.com

Ariana Pérez Artaso
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Equipo de redacción:
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