Magnolia o el origen de los relatos
Por: Nicolás Pose
Magnolia (Paul Thomas Anderson, 1999) comienza con un corto, en el cual el narrador-la voz en off- relata tres historias. Lo que allí se narra nos interroga acerca de cómo se originan los relatos, los hechos, y si el entrecruzamiento entre ellos es fruto de la casualidad, el destino o el azar.
En la primera historia, un farmacéutico de 1911, que vive en un lugar llamado Greenberry Hill, es asesinado en la calle por tres delincuentes: Joseph Green, Stanley Berry y Daniel Hill.
En la segunda, asistimos a un incendio forestal en Reno, Nevada, en 1983, y vemos a un hombre rana depositado sobre la punta de un árbol, mientras aviones hidrantes planean sobre el bosque apagando el fuego. Un sujeto llamado Darion, croupier de casino y afecto al buceo, está frente a Hansen, bombero divorciado con una ligera adicción al alcohol. Éste mira al croupier y le implora un dos en la mesa de Black Jack, pero Darion le muestra un ocho. Luego nos enteraremos de que el bombero, ha ido a apagar el incendio forestal con un avión hidrante, levantando del agua al buzo, lo que le ha ocasionado la muerte en el trayecto, antes de caer en la punta de un pino. El croupier y el bombero se habían conocido dos noches antes del incendio forestal.
La tercera historia, comienza cuando dos personas están discutiendo en el sexto piso de un edificio: la mujer está apuntando con una escopeta a su marido, mientras tanto, un adolescente está a punto de lanzarse de la terraza. El adolescente se lanza, y cuando pasa por el sexto piso, la mujer dispara contra su marido, errando, pero acertando en el cuerpo del suicida en plena caída. La policía llega para descubrir que los padres han asesinado a su hijo, ya que de no ser por el tiro, se hubiera salvado al caer en una tela instalada en el primer piso tres días antes del suicidio. Lo curioso es que el hijo había cargado la escopeta.
Como podemos ver, a través de estas tres historias, nos podemos preguntar si esto es fruto de la casualidad, el azar, el destino o como lo llamemos. Hay detalles, coincidencias que nos arrojan las historias para pensar en esto. El número 82 o número de la muerte, reaparece todo el tiempo: en la historia del croupier y el bombero, éste le pide un 2, pero sale el ocho; el avión del bombero lleva pintado el número 82; el cuarto donde discuten los padres de la futura víctima es el 682; cuando ahorcan a uno de los asesinos del farmacéutico, el hombre lleva el número 82. Y esto es sólo un ejemplo, porque la película es un homenaje a la simetría -hablando cinematográficamente- o un homenaje a la coincidencia, o una técnica narrativa para que se reproduzcan historias incesantemente -si hablamos de manera literaria-. Porque lo que nos muestran estas historias es que el detalle, la coincidencia, es una manera de multiplicarlas, para construir la historia de ése detalle, y, a la vez, ubicarlo en otras historias, buscando la causa en el azar o en el destino.
La próximas cinco historias que contiene la película explicitarán en casi tres horas de duración lo que se ha desarrollado en ese magistral corto que origina todo. El final surrealista de la película cerrará el ciclo: la lluvia de sapos une las cinco historias y nos retrae al hombre rana sobre el pino.
Detalles, coincidencias que, como en un policial, son los que originan las grandes historias, cosas que dejamos pasar de largo y que pueden ser fundamentales para un destino humano, para la historia, y para el arte en sí.
Magnolia, parecería decirnos que las historias nacen más del azar, la casualidad y el destino, que de la lógica, pero que para que todo sea tan absurdo y verosímil como la misma realidad, se necesita a alguien que acomode esas fichas de manera exacta para que eso sea creíble y al mismo tiempo artístico lo que, en última instancia, es el trabajo que ningún creador puede dejar librado al azar, porque la suerte siempre existe, pero con la ayuda de quien aspira a inventarla.
Magnolia (1999)
Dirección y guión: Paul Thomas Anderson
Producción: Paul Thomas Anderson, Joanne Sellar
Dirección de fotografía: Robert Elswit
Edición: Dylan Tichenor
Música original: Jon Brion
Duración: 188 min
Origen: USA
Intérpretes: Julianne Moore, William H. Macy, John C. Reilly, Tom Cruise, Philip Baker Hall, Philip Seymour Hoffman, Jason Robards, Melora Walters, Jeremy Blackman.
Por: Nicolás Pose
Magnolia (Paul Thomas Anderson, 1999) comienza con un corto, en el cual el narrador-la voz en off- relata tres historias. Lo que allí se narra nos interroga acerca de cómo se originan los relatos, los hechos, y si el entrecruzamiento entre ellos es fruto de la casualidad, el destino o el azar.
En la primera historia, un farmacéutico de 1911, que vive en un lugar llamado Greenberry Hill, es asesinado en la calle por tres delincuentes: Joseph Green, Stanley Berry y Daniel Hill.
En la segunda, asistimos a un incendio forestal en Reno, Nevada, en 1983, y vemos a un hombre rana depositado sobre la punta de un árbol, mientras aviones hidrantes planean sobre el bosque apagando el fuego. Un sujeto llamado Darion, croupier de casino y afecto al buceo, está frente a Hansen, bombero divorciado con una ligera adicción al alcohol. Éste mira al croupier y le implora un dos en la mesa de Black Jack, pero Darion le muestra un ocho. Luego nos enteraremos de que el bombero, ha ido a apagar el incendio forestal con un avión hidrante, levantando del agua al buzo, lo que le ha ocasionado la muerte en el trayecto, antes de caer en la punta de un pino. El croupier y el bombero se habían conocido dos noches antes del incendio forestal.
La tercera historia, comienza cuando dos personas están discutiendo en el sexto piso de un edificio: la mujer está apuntando con una escopeta a su marido, mientras tanto, un adolescente está a punto de lanzarse de la terraza. El adolescente se lanza, y cuando pasa por el sexto piso, la mujer dispara contra su marido, errando, pero acertando en el cuerpo del suicida en plena caída. La policía llega para descubrir que los padres han asesinado a su hijo, ya que de no ser por el tiro, se hubiera salvado al caer en una tela instalada en el primer piso tres días antes del suicidio. Lo curioso es que el hijo había cargado la escopeta.
Como podemos ver, a través de estas tres historias, nos podemos preguntar si esto es fruto de la casualidad, el azar, el destino o como lo llamemos. Hay detalles, coincidencias que nos arrojan las historias para pensar en esto. El número 82 o número de la muerte, reaparece todo el tiempo: en la historia del croupier y el bombero, éste le pide un 2, pero sale el ocho; el avión del bombero lleva pintado el número 82; el cuarto donde discuten los padres de la futura víctima es el 682; cuando ahorcan a uno de los asesinos del farmacéutico, el hombre lleva el número 82. Y esto es sólo un ejemplo, porque la película es un homenaje a la simetría -hablando cinematográficamente- o un homenaje a la coincidencia, o una técnica narrativa para que se reproduzcan historias incesantemente -si hablamos de manera literaria-. Porque lo que nos muestran estas historias es que el detalle, la coincidencia, es una manera de multiplicarlas, para construir la historia de ése detalle, y, a la vez, ubicarlo en otras historias, buscando la causa en el azar o en el destino.
La próximas cinco historias que contiene la película explicitarán en casi tres horas de duración lo que se ha desarrollado en ese magistral corto que origina todo. El final surrealista de la película cerrará el ciclo: la lluvia de sapos une las cinco historias y nos retrae al hombre rana sobre el pino.
Detalles, coincidencias que, como en un policial, son los que originan las grandes historias, cosas que dejamos pasar de largo y que pueden ser fundamentales para un destino humano, para la historia, y para el arte en sí.
Magnolia, parecería decirnos que las historias nacen más del azar, la casualidad y el destino, que de la lógica, pero que para que todo sea tan absurdo y verosímil como la misma realidad, se necesita a alguien que acomode esas fichas de manera exacta para que eso sea creíble y al mismo tiempo artístico lo que, en última instancia, es el trabajo que ningún creador puede dejar librado al azar, porque la suerte siempre existe, pero con la ayuda de quien aspira a inventarla.
Magnolia (1999)
Dirección y guión: Paul Thomas Anderson
Producción: Paul Thomas Anderson, Joanne Sellar
Dirección de fotografía: Robert Elswit
Edición: Dylan Tichenor
Música original: Jon Brion
Duración: 188 min
Origen: USA
Intérpretes: Julianne Moore, William H. Macy, John C. Reilly, Tom Cruise, Philip Baker Hall, Philip Seymour Hoffman, Jason Robards, Melora Walters, Jeremy Blackman.