Aviones enterrados en la playa, escrita y dirigida por Luis Cano



El teatro tiene, desde sus orígenes, una textura poética. Cada parlamento, cada réplica pueden construirse buscando torcer, moldear, trenzar la materia con la cual se construyen: la lengua.  Aviones enterrados en la playa, obra escrita y dirigida por Luis Cano, lleva al extremo la apuesta. Es así que al placer de seguir la trama, se suma el de escuchar a los actores. Sus monólogos, entonces, se presentan como pequeñas piezas poéticas. 

La lógica de esta obra, signada por una mirada peculiar y excelentes actuaciones, demuestra una vez más la potencia de las palabras. Es así como, en la boca de sus personajes -un padre, un hijo, un lobo marino, un pescador, un joven- se hace presente un mundo onírico, con una temporalidad propia que entrecruza la de cada personaje.

La puesta no se queda atrás y la escenografía es uno de los tantos logros que tiene la obra. Simple y contundente, conforma una playa con objetos extrañados en ese escenario. Extrañados como la lengua poética tal como la definían los formalistas rusos. Una vez allí y atentos, nos dejamos llevar y asumimos con naturalidad el espacio, el decir de los personajes, sus tiempos. Ésa es la magia de la escena: todo está ahí, todo es y el pacto ficcional se sella. 

Como espectadores, recibimos entonces la tarea de sumergirnos en el ser y hacer de este mundo donde un lobo marino nos deja sus últimas palabras, el fantasma de un padre aún llama a su hijo, un joven vuelve, una vez más, a su historia de amor. 

Se explica en la originalidad que conforma la obra como un todo que haya obtenido el Premio ARTEI a la Producción de Teatro Independiente 14º aniversario, otorgado por la Asociación Argentina del Teatro Independiente. 

Por aquí celebramos la búsqueda poética, la jugada surrealista y el tributo en escena a la historia del teatro que, una vez más, se hace presente.

Por Jimena Repetto

Ficha técnica
                                                                                                   

Elenco: Federico González Bethencourt, Francisco Grassi, Leonardo Murúa, Román Lamas, Mauricio Minetti
Diseño de iluminación: Ricardo Sica
Dirección de voces: Tian Brass
Música: Federico Marrale
Escenografía y vestuario: Mercedes Arturo
Fotos: Paola Toriano
Piezas gráficas: Laura Rovito
Producción ejecutiva: Alejo Sambán
Producción artística: Constanza Balsátegui
Coordinación de producción: Gabriel Cabrera
Asistencia de escenario: Diego Becker
Asistencia de dirección: Micaela Picarelli
Dramaturgia y dirección: Luis Cano
 
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