Que es un soplo la vida


Barajar y dar de nuevo. Desamarrar. Volver con la frente marchita. Así Matilde, la protagonista de La omisión (Adriana Hidalgo, 2012), la última novela de Gabriela Massuh, debe enfrentar sus contradicciones y miedos, para poder retomar su vida, volver a ese punto distante donde se desprendió de su deseo. Es tiempo de querer lo que se quiere y ya.

Después de La intemperie (Interzona, 2008), La omisión es la segunda novela de Gabriela Massuh. Conocemos aquí a Matilde, un personaje que debe vencer a su peor enemigo: los mandatos de clase que aprendió entre comedores, campos y apellidos de alcurnia. Esos mandatos de los que quiso alguna vez desprenderse, pero que la tomaron por asalto, la llevaron a la cama de un matrimonio aburrido y a criar dos hijos distantes. Pero todo cambia de un día para el otro, cuando un secreto familiar desmorona esa condición de aparente plenitud y buena conducta. Veamos cómo se dan las cosas:

Matilde comienza un proceso de duelo después de la muerte de Joaquín, su marido. Al golpe de la pérdida después de una larga agonía, se suma un segundo embate: Matilde se entera que Joaquín murió producto de la inmunodeficiencia que le provocó ser portador del virus del HIV. Joaquín era homosexual. Joaquín tenía un amante. El amante de Joaquín va al entierro como uno más, entre lágrimas. La revelación sobre la vida oculta de su marido provoca en ella una sacudida, un quiebre necesario a ese estado de sopor al que se había entregado.
        
Las preguntas se abren para Matilde y, junto con ella, a los lectores: ¿cómo sobrevivió el matrimonio? ¿como pacto de mera convivencia? Elegir no saber tiene un costo alto. Es así como esta mujer, ya en su adultez, recupera el pasado: revisa su infancia, su adolescencia, su primera juventud y las elecciones que la llevaron a casarse con el joven y exitoso Joaquín. Una última interrogante, que Matilde omitió durante años y ahora guía su búsqueda, se presenta: ¿dónde quedó el deseo?

En el tránsito del duelo y las revelaciones aparece Sara Fiorito, una amiga de la facultad. El regreso de Sara a la vida de Matilde le recuerda lo que dejó atrás en esos años en los que se dedicó a ser madre y esposa. Sara, inteligente, astuta, valiente fue quien en la juventud le abrió el mundo a Matilde. Esta amiga se nutría de las interrogantes, la crítica y las reflexiones. Como una bocanada de aire, un viento zonda, su regreso marca la presencia de ese pasado perdido y, también, de un futuro posible. Así como la pérdida del vínculo con Sara marcó para Matilde el punto donde ella se entregó a la seguridad engañosa del matrimonio, su presencia posibilita que retome el camino. Es Sara quien instala las palabras: “¿No te diste cuenta?”

No percibir lo que se tiene al lado, dejar pasar, hacer "como que" y esos modos que Matilde encontraba para armar su vida, construirla como una residencia segura sin riesgos, han caído. Ahora debe enfrentarse a sus hijos, dar explicaciones en nombre del padre. Matilde, también, debe hacerse cargo de las cuentas: llevar adelante la sucesión y enfrentarse a Gómez, el socio de Joaquín. Ahora, en esta nueva adultez, toma posiciones frente a los otros y ella misma. Elige. 

Volver a empezar no es fácil, es doloroso porque se nota la ausencia de lo que queda por detrás y las heridas de las decisiones mal tomadas. Volver a empezar para Matilde es reencontrarse consigo misma, volver a “Las Hortensias”, el campo de infancia, apostar a un cultivo que respete la tierra y respetarse.

La novela articula un recorrido entre el pasado de Matilde y su presente. Hay dos viajes que signan la historia. Dos viajes al hotel Ostende, cercano al campo de infancia la familia de Matilde. En el primero, Matilde planea ir con su primer novio, Juan, y Sara. Este viaje se frustra, pero el camino se convierte en toda una aventura. El segundo, el viaje con Joaquín. Aquí Matilde y Juan fundan su amor en la playa. Un amor que se convierte en pura máscara, una pose feliz para la foto. A estos viajes, también, vuelve Matilde en su recuerdo. Entonces, ¿el placer del viaje está en el arribo o en disfrutar del tránsito?

 Gabriela Massuh nació en Tucumán. Licenciada en Letras en la Universidad de Buenos Aires, obtuvo su doctorado en Filología en la Universidad de Erlangen-Nürenberg (Alemania) con la tesis Borges, una estética del silencio (Editorial de Belgrano). Fue docente, periodista, gestora cultural. Hoy dirige la editorial “Mar Dulce” desde donde se dedica a promover nuevas voces en la literatura argentina.
          
 La omisión permite pensar las decisiones que se tomaron en la mitad de la vida. Y también la necesidad de volver a los espacios de felicidad: Sara y el campo, la amistad y la naturaleza. La narración de la historia de Matilde y su familia, al igual que en La intemperie, es un medio a través del cual se entrelaza la historia del país desde el marco de la vida privada. Para Matilde, ahora, con la mesa puesta con la vajilla recolectada, es tiempo de ordenar la biblioteca y empezar una vez más. Ahora sí, mirando el pasado de frente, sin omisiones, para transitar el presente.

Fragmento de La omisión,  de Gabriela Massuh:
“Allí estaban los dos en Ostende en aquel primer viaje juntos. Ella miraba a la cámara y Joaquín la miraba a ella. Recordó exactamente el momento en el que se había obligado a sonreír, como si hubiera querido borrarse la duda de aquella primera noche juntos. Todo debía ser perfecto y aquella sonrisa debía sellar la perfección. Ese gesto pretendía ser espontáneo y, para la mujer que era ahora, marcaba el origen de la desazón, de su esfuerzo por transcurrir el mundo de los vivos según la pauta que había provocado esa mueca, algo así como el sonríe, Dios te ama o la indicación de algún manual de autoayuda para el que la sonrisa no es producto sino causa anticipatoria, gualicho, talismán de bienaventuranza que siempre es bienaventuranza de un futuro hipotético, y que finalmente, ahora entendía, nunca llega. Allí estaba lo que buscaba; no el resquicio de la vida oculta de Joaquín, sino la voluntaria gestación de su propia ignorancia. Vio la gigantesca traición, ya no la imagen de Joaquín abrazado a un hombre, sino la que esa mueca, la suya inauguraba para sí misma. El olvido de ese otro futuro que no fue, el futuro anterior a la manía de arrancarse todo incordio, toda disonancia, toda desarmonía que pudiera desbaratar el tedio de la muy femenina seguridad con la que construiría su camino.” 


La omisión
por Gabriela Massuh
Adriana Hidalgo
$96


Texto Jimena Repetto






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