Por César Diego Rexach
Böse Schafe (2007) Katja Lange-Müller
En el 2007 Julia Franck, por su libro Die Mittagsfrau, se llevaba a su casa uno de los premios más importantes de la narrativa germana, el “Deutsche Buchpreis”. La decisión del jurado había estado entre esta novela, calificada, por uno de los diarios con más renombre en Alemania, el “Süddeutsche Zeitung”, como una novela “ziemlich konventionell” (“bastante convencional”) y el libro Böse Schafe de Katja Lange-Müller.
Böse Schafe es sobre todo una historia de amor, que como toda historia de amor, presenta los altibajos de una relación, podría uno en simples rasgos decir. Sin embargo, esta pequeña obra-escasas 200 páginas-se desarrolla en un espacio que posee un transfondo social-político muy importante para la historia alemana y mundial: Berlín occidental, la “isla”, durante el período de división entre Alemania del Este (República Democrática Alemana) y Alemania del Oeste (República Federal de Alemania).
Soja, la protagonista, es una mujer joven venida de la República Democrática Alemana. Ella mantiene una relación profunda con Harry, un adicto berlinés occidental. Si bien en la novela siempre están presentes estas diferencias de origen y de cultura de procedencia, esta obra se destaca sobre todo por su estilo poético y erótico presente todo el tiempo. Así, la prosa de Lange-Müller se transforma a lo largo de esta novela en un poema, en una suerte de prosa poética. Por esta razón, así como el muro cae, poniendo fin a un sistema político, social y económico; la relación amorosa y la vida viciosa de Harry también hacen lo propio. El pedazo de muro que al final le lleva Soja a Harry en su lecho de muerte, simboliza no sólo la caída del régimen comunista, sino, sobre todo, el fin de la relación y de la vida misma, en definitiva, la clausura de un estilo de vida.
Tal vez, la cercanía con la historia alemana, o el tono más sexual que sensual que adquiere en algunos de sus párrafos la obra, no hayan permitido que la autora se haya hecho acredora de tan prestigioso premio. Quizás, simplemente, los cánones más que tener puertas cerradas, tengan muros infranqueables.
