El portero de la estación Windsor, de Julie Vincent



Una excusa para hablar de lo humano
Por Carmela Marrero Castro.

La obra se configura como un “cuento teatral”, un híbrido en el que se funden distintos géneros. Desde la estructura el mensaje parece quedar claro, habitamos en las fronteras: lo teatral y lo narrativo, el recuerdo y el presente, el sueño y la realidad, el discurso y la acción.



Francisco -estudiante de arquitectura en Uruguay- debe partir rumbo a Canadá en 1973 para huir del gobierno militar. Entre fragmentos de diálogos, narraciones, imágenes y música asistimos al presente del personaje que intenta recrearse en suelo extranjero para poder sobrevivir.

El pasado lo acompaña como una suerte de prisión de la que no podrá exiliarse. Evidentemente el contexto dictatorial censura todo tipo de decisión. En ese momento, quedarse o irse no era una elección, era una imposición, era un golpe de suerte. Cuando no es posible narrar el pasado porque desconocemos sus desenlaces o porque el olvido es la única forma de futuro, la prisión se hace cada vez más pequeña y ahoga al ser en un presente eterno e inmóvil.

Ese es el paradójico estado de Francisco, quien habita una estación de trenes, pero sólo puede verlos pasar sin obtener el boleto necesario para subirse a uno. El viaje se detiene.

Para Francisco los recuerdos emergen como imágenes recortadas de una historia que se debate entre el olvido y la memoria. Y el término imágenes es literal: la escenografía –austera y simbólica- cuenta con una pantalla donde se proyectan lugares, caras, cuerpos, situaciones de un pasado, un posible pasado, en este caso el de Francisco. Entonces, la memoria no es una opción, aunque desorganizada e incompleta se impone, inevitable en pequeños fragmentos demostrando que la única posibilidad de ser es decir-se.

El texto principal, la vida de Francisco y sus avatares, fluye con la dinámica de una puesta en escena ágil, en la que los actores representan diversos personajes, son narradores y crean el espacio dramático.

La construcción simbólica invade cada rincón de la obra multiplicando los significados y creando distintas posibilidades de lectura. Los subtextos conviven: la dictadura, el exilio, el triángulo amoroso, la memoria, la identidad, las fronteras, la vida como viaje. Todos surgen de una obra que termina siendo una excusa para hablar de lo humano. En este punto el arte se impone.

Funciones: sábados, a las 20:30hs
El Portón de Sánchez: Sánchez de Bustamante 1034.
Informes: 4863-2848 / portondesanchez@yahoo.com.ar
Entrada: $50. Est y Jub $35

Ficha técnico –artística

Dirección y Puesta en Escena: Julie Vincent.
Traducción y adaptación a cuento teatral: Blanca Herrera
Actores/Narradores: Manuel Vicente (Argentina), Julie Vincent (Canadá -estreno 14/8, funciones 21 y 28/8 y 4/9), Silvina Bosco (Argentina- estreno 16/8, funciones a partir del 11/9), Cecilia Cósero y Mateo Chiarino (Uruguay)
Música Original: Michel Smith
Fotografía - video: Geneviève Boivin - François-Régis Fournier – Jean-François Lavallière
Escenografía: Stéphanie Champagne - Geneviève Lizotte
Diseño de Iluminación: Eli Sirlin
Coreografía: Roxana Grinstein
Asesoramiento de vestuario: Julia Camejo
Adaptación de gráfica original: Marianela Claverie
Realización escenográfica: Mariano Balbuena – Momo Realizaciones
Prensa: Simkin & Franco
Asistente de Dirección: Juan Manuel Wolcoff
Dirección de Producción: Blanca Herrera
Asistente de Producción: Sabrina Noel Sarmiento
Duración de la obra: 1 hora 20 minutos

Dirección:

jimenarepetto@gmail.com

Ariana Pérez Artaso
capullodealeli@gmail.com

Equipo de redacción:
Marilyn Botta
Carmela Marrero
Guido Maltz

Diseño y moderación:
Pablo Hernán Rodríguez Zivic
elsonidoq@gmail.com

Las opiniones expresadas en los artículos y/o entrevistas son exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de Revista Siamesa