Ala de criados, de Mauricio Kartun




Aburrida crueldad
Por Perez Artaso Ariana

“Buenos Aires se agita en la Semana Trágica.
Una huelga salvaje. En Mar del Plata las familias de la aristocracia porteña se refugian aterrorizadas. Un club de tiro a la paloma frente al mar.
Una historia de disparos y sexo entre las rocas.
En los salones con boiserie. Y en el ala de criados... Bomba bomba: el amor es un atentado ácrata”.


La metáfora es cosa de putos. Contundente, Tatana inicia su eterno y exacto monólogo. Es ella, una estudiante viajada recién llegada a la Argentina, la que lleva sobre sus hombros el relato de la historia que propone Ala de Criados, pero con la libertad –o apenas la licencia- de poder entrar y salir de aquella, escribiendo las crónicas de su exótico viaje. Y lo hace con la fuerza que sólo saben demostrar ciertas mujeres.
-Esto, entendámonos, es una comparación, que vendría a ser algo así como la prima sana de la metáfora-.

La metáfora le explota a Tatana en las manos, en el cuerpo todo, cuando aparece Pedro Testa, cuentapropista y sirviente que habita en el ala de criados, un infalible eyector de palomas y de tiros, en todos sus sentidos.

La obra, escrita y dirigida por Mauricio Kartun, se contextualiza en la Semana Trágica, allá por 1919. Tatana y sus primos viajan a Mar del Plata escapando de la revuelta desatada en Buenos Aires, enviados por su familia, un grupo ejemplar de “gente bien”, miembros de la clase alta que defiende los valores conservadores y que forman parte de la Liga Patriótica Argentina, conjunto paramilitar erigido con la consigna violenta de aniquilar la revolución social de, para ellos, detestable impronta bolchevique.

Mundo conservador el de los Guerrero, que no permite que se le rece a la bragueta de ningún capitán y que se avergonzaría de ver entrar a la nena en el ala de criados para convertirse trágicamente en poeta. Pero los Guerrero saben guardar secretos y atrapar en ellos a los miembros de la familia que quedan prendados con eso mismo que no se puede decir.


Brillantemente actuada por los cuatro actores que con precisión encarnan el denso texto de la obra, Ala de Criados nos habla de una época –aquella, ésta-, de la barbarie en plena civilización, de las pasiones y la soberbia locura de sentirse impune ante todo: los bichos andan, hacen y deshacen con sus patéticas vidas guionadas por el tata, figura latente en toda la obra, pero jamás visible.

Con descarnada fiereza, Kartun va trazando el devenir de los personajes, que dan rienda suelta a su crueldad, tal vez movida por el puro e insoportable aburrimiento. Lo mismo da; una paloma, una tonina, un hombre. Se mata para entrenerse. Se mata por lo que sea, menos por amor.

Dónde: Teatro del Pueblo. Av.Roque Sáenz Peña 943.
Cuándo: Viernes 21hs (40$ y 20$)/ Sábados 21hs (40$)/ Domingos 20hs(40$ y 25$)

Ficha técnico artística

Actúan: Alberto Ajaka, Esteban Bigliardi, Rodrigo González Garillo y Laura López Moyano.
Escenografía: Graciela Galán.
Vestuario: Gabriela A. Fernández.
Iluminación: Alejandro Le Roux.
Diseño de movimiento: Luciana Acuña.
Diseño de sonido: Guillermo Juhasz.
Asistente de escenografía: Valeria Cook.
Asistente de vestuario: Julia Kovadloff.
Escultura de: Walter Lamas.
Asistente de escultor: Paula Livpovsek.
Asistente técnico: Alan Darling.
Operador técnico: Juan Manuel Noir.
Asistente de dirección: Gabriela A. Fernández.
Dirección: Mauricio Kartun.


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