Una reconstrucción atonal













La bahía de San Francisco, de Luciana Acuña y Fabián Gandini

por Nico Pose




En un escenario despojado aparece la pequeña pantalla de un televisor, donde se puede mirar una escena de la película Vértigo de Alfred Hitchcock, en la que el personaje de Kim Novak, fingiendo ser otra mujer, se arroja a la Bahía de San Francisco y James Stewart, engañado por ella, corre a rescatarla. A partir de ese fragmento es como nace la obra diseñada por Luciana Acuña y Fabián Gandini.

Ambos coreógrafos obsesionados por la escena comienzan narrándola, para luego grabar esa narración oral. Posteriormente, la gesticulan libremente, dejando que el cuerpo construya el movimiento que se desprende de la escena. Finalmente, la grabación se superpondrá a los movimientos de cada coreógrafo, movimientos que si antes habían sido ocultos al público, ahora los espectadores los pueden apreciar, asistiendo a la libre reconstrucción de la escena, observando un ensayo más que una obra, una performance que pone en el centro el valor del fragmento y de la discontinuidad como formas posibles de representación. El ensayo es como un juego, un juego actoral que pregona la libertad de lo lúdico, de la improvisación llevada al extremo gracias a la obsesión que genera esa escena de Vértigo en ambos coreógrafos.

Libertad lúdica por sobre la perfección de lo acabado y por sobre la precisión argumental. En la obra no hay actores, no hay argumento, no hay autores, sólo dos personas que disfrutan jugando libremente al compás del baile, en algunas ocasiones, en otras, poniendo su voz en el micrófono, y finalmente, tratando de acercarse cada vez más a los movimientos de la escena. Todo se va generando un efecto cubista, ya que ellos van creando diversos puntos de vista de representación de un pequeño episodio.

La descomposición plano por plano de los movimientos de lo actores, termina dando como resultado una búsqueda inorgánica, atonal, donde los movimientos, a veces, logran acercarse a la escena citada, y otras, se alejan creando nuevas coreografías. Hay ritmo, hay sentido, pero está en la fragmentación, en lo inarmónico de esos movimientos desordenados que van creando una obra atonal. Todo fluye hasta que en algún momento los mismos protagonistas olvidan la reconstrucción, porque en algún punto, ellos se marean al igual que el espectador, con esa infinita fragmentación, y con la imposibilidad de poder unir todo lo que han hecho en el tiempo y espacio. Sólo el cine puede hacer eso a través de la superposición de imágenes. Es por eso, que finalmente la obra naufraga literalmente en un balde de agua, como si fuera el mar de la bahía, poniendo punto final al aproximarse a la representación de la escena, mientras un ventilador imita al viento, y una lona que cubre la pared con el Golden Gate se vuela desmontando el artificio total.

La obra es un interesante experimento actoral, que permite concientizar a la platea acerca de los infinitos recursos actorales que posee el arte dramático, desde la performance hasta la destrucción de la artificialidad de la ficción, generando una constante puesta en abismo al demostrar el proceso para llegar a la misma representación.


Ficha técnico artística


Intérpretes: Luciana Acuña, Fabián Gandini
Vestuario: Mariana Tirantte
Escenografía: Mariana Tirantte
Iluminación: Marcelo Alvarez
Diseño sonoro: Ulises Conti
Música: Ulises Conti
Prensa: Claudia Mac Auliffe
Colaboración artística: Alejo Moguillansky
Dirección: Luciana Acuña, Fabián Gandini

EL CAMARÍN DE LAS MUSAS
Mario Bravo 960 (mapa)
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 4862-0655
Web: http://www.elcamarindelasmusas.com
Entrada: $ 30,00 y $ 15,00 - Miércoles - 22:00 hs - Hasta el 28/10/2009

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