Verano comunista
Pasó la depresión pero igual te quedaste unos días sin salir
como el futbolista que elonga después de un partido: transpirado, con sed
tan parecido a esos veranos en carpa
en el que construías tu lugar con una velocidad
que se alimentaba de las leyes físicas de otro mundo
mientras el sol se ocupaba de lo demás
por lo general eran seis en una carpa para tres
conformaban una masa amorfa
en la que nadie sabía cuál de todos los sueños
que se amontonaban en el techo como globos con helio
era el suyo.
Doble filo
Como a muchos, me gusta la lluvia
y no porque sea una bendición campera,
para mí la lechuga crece a la sombra
del techo de una verdulería,
conozco perfectamente el árbol
que cada primavera da latas de arvejas.
Pero de noche, el chapoteo de las gotas sobre las baldosas
me hace pensar en los cuerpos deshilachados
que persiguen los umbrales para arañar un día más.
La prolijidad de algunas cosas
Me pasé el día hablando
con gente que no conocía
intentando ser amable
la amabilidad nos trata mal
es un gol al ángulo en el arco propio:
los demás festejan y nosotros
lustramos nuestro monoambiente de madera
con vista al cielo
eso es el trabajo: una cadena de acciones involuntarias
que dan brillo a nuestra quietud
y elogian nuestra presencia.
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