Las voluntades imperfectas
Las voluntades imperfectas
se despeinan como una vieja
a la mañana dan un latigazo
de esperanza y sucumben
en el asfalto crudo me pregunto
cuántas voluntades cuántas
imperfectas quedan por cumplir
en un castigo perpetuo que
se sucede del error. Tantas
veces el error. Tantas veces
la voluntad como un pañuelo
mojado por la transpiración
de la pierna en el bolsillo las
monedas, los pedacitos de papel
de boleto de colectivo y restos
de tabaco cultivado a mil
kilómetros de esta esquina
horriblemente calurosa como
la mañana en la que cortabas
la planta con el mismo gesto
que usás para llevar la cuchara
a la boca de tu hijo una vez
finalizada la cadena de montaje.
No busques mi nombre en una revista para padres modernos
Felicitas no es feliz como tampoco
Milagros es milagrosa y sin embargo
Dolores siente su nombre como un pisotón
de bota en alpargata deshilachada.
Cuando cumplió los seis hizo la pregunta
esa misma tarde su padre murió con un
cartílago de pollo atravesado en la garganta
violeta rojo verde violeta azul y al piso
las manos agitadas solo sirven para hacer
figuras en las sombras pero nada saben de
primeros auxilios por más que intenten
una garganta no es un buen lugar para
un cartílago de pollo, como tampoco
lo es para muchas otras cosas: la garganta,
el cuello, sólo sirve para unir el cuerpo
y la cabeza ¡qué trabajo!, intentar que se
den la mano un león y Descartes.
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