ACÁ NOMÁS





PASAJERA EN TRANCE

Entrevista a Karina Macció

Por Jimena Repetto



Que la poesía no tiene edades, ni la escritura pruritos y que siempre hay alguien del otro lado del sendero amarillo de los versos, fueron algunos de los temas que hablamos con Karina Macció. Como Dorothy y sus zapatos de rubí en el mundo de Oz, Karina entiende la literatura como un viaje en el que se conjuga la experiencia con las palabras. Fundadora mítica del famoso ciclo “Zapatos Rojos” junto a Romina Freschi, hoy combina la escritura con la docencia y nutre ambas en una búsqueda, nunca interrumpida, de las palabras y su transmisión poética. Por estos días, junto a sus alumnos de taller, presenta la serie de libros “Colección Valijita”, autoeditados en un colectivo que permite que los versos arriben a sus lectores, buscando circuitos alternativos -y creativos- de distribución.



Dicen que a un escritor, en parte, lo hacen sus lecturas, ¿qué libros recomendarías leer?
Edgar Allan Poe, sus relatos fantásticos, grotescos y extraordinarios ytambién los policiales, si es posible, en la traducción de Cortázar. Uncuento imperdible, “El corazón delator”. También hay que leer algo de Borges,los cuentos de Ficciones y El Aleph (el cuento del mismo nombre, otroimperdible). Por supuesto, Rayuela de Cortázar. Momentos de Sor Juana Inésde la Cruz y especialmente Primero Sueño. Todo Alejandra Pizarnik, sobretodo, El árbol de Diana y La condesa sangrienta. Hamlet de Shakespeare, elpoema “El viaje” de Baudelaire, Las Iluminaciones de Rimbaud, Ariel de SylviaPlath, la obra completa de Juan L. Ortiz, la obra completa de FernandoPessoa, Ova Completa de Susana Thénon, cualquier libro de Marosa di Giorgio y un imprescindible, Cerca del corazón salvaje de Clarice Lispector. Me parece un libro increíble, de lectura y consulta permanente, La óperafantasma de Mercedes Roffé.


¿Qué pensás de la experiencia de dar y participar en talleres literarios? ¿Cómo influyen en la formación de un poeta?
Cuando terminé de estudiar Letras sentí una preocupación que fue la falta de escritura creativa en la carrera. Después entendí que lo que hacía la facultad era dar herramientas específicas y teóricas. Mientras yo cursaba, hacía taller con Delfina Muschietti porque pensé que tenía que pasar por uno y analizar la experiencia. Enseñar es algo muy importante y muy personal. Lo que se enseña es, quizás, una forma de buscar, de mostrar ciertas cosas y de que los participantes vayan tomando lo que les sirve para construir su camino. Por otra parte, la búsqueda del estilo es un proceso que conlleva una práctica, no una forma.


¿Por qué el nombre que le diste a tus talleres, “Siempre de viaje”?
Yo asocio la literatura a un viaje. Entonces hice un recorrido para ver a ciertos autores viajeros que tienen una relación entre la literatura y la experiencia muy fuerte.


Cuando te leo, y más cuando te escucho leer, encuentro en tus poemas resonancias oníricas, como si a través de la escritura se recuperara esa vivencia de asociaciones y fragmentos de los sueños en la vigilia…
Siempre digo que cuando uno sueña, estás adentro y te parece algo tan emocionante e intenso. Cuando te despertás y querés reponerlo, ves cómo esa experiencia se cae. Para mí escribir poesía es tratar de llevar la lengua esa intensidad. Si bien hay algo en la traducción que se pierde, usando la lengua de una manera no convencional, o no estrictamente comunicativa, se logra. Interviene lo poético en articular esa traducción que no es directa, no es relatar imágenes, es generar un ambiente, un tono, una tensión.

¿Cómo trabajás con la lengua en la escritura poética?
En la poesía todas las palabras están atadas como con hilitos, sacás una y se caen todas. Al escribir uno no se para a pensar que está tomando decisiones, pero las toma todo el tiempo. Por ahí cuando se nos pregunta, ¿por qué usaste esa palabra? uno tal vez no lo sabe, pero sí hay una respuesta a eso que a veces no es tan claro verbalmente. Si te pregunto por una palabra y a vos no se te movió un pelo, probablemente esa palabra no esté ahí, sobre, o sea una palabra que le hace ruido a otra que es la verdaderamente importante. Pero si yo toco una palabra que para vos era fundamental, entonces ésa es la palabra que va, y se nota en los ojos. Es un trabajo muy fino, muy delicado, se va construyendo de a poco. Incluso escuchando a los otros, uno hace mucho.


¿Qué implica para un escritor empezar a hacer circular sus textos por primera vez?
Yo creo que nunca nadie escribe para sí mismo. Escribís para vos cuando estás en tu casa, pero si no después no hacés libros, si total vos lo pasaste bien escribiendo. Cuando te exponés a la sociedad te tenés que hacer cargo de que guste o no lo que escribís. En literatura, me parece que a veces se va a sostener aquello que reúna el hallazgo de la lengua con la experiencia. Algo, podría estar bien o mal escrito, en el sentido del uso estricto de la lengua, pero no puede sonar a hueco, de alguna forma debe tener un cuerpo, algo que lo justifique. Por eso hay que verdaderamente arriesgarse con textos que por ahí generan mucha sorpresa y eso vale si uno está convencido, porque sabe que en algún momento ese texto va a llegar, va a hacer un recorrido.


¿Cómo sos escribiendo? ¿Tenés rituales de escritura?
Soy bastante caótica y el caos sirve pero en dosis. Lo que pasa es que uno aprende con el tiempo a conocerse y eso te da ventajas sobre vos mismo. Yo sé que no me puedo imponer un régimen de escritura entonces sigo mi impulso. Hay noches que no duermo y escribo, así como tengo períodos muy largos de no escribir y corregir y armar series. Me gusta corregir y corrijo mucho, aunque es verdad que hay textos que salen por impulso, pero creo que lo que pasa es que tomar decisiones por momentos se te hace más fácil.

¿En qué momento sabés que un libro ya está listo para ser publicado?
No, nunca puedo decir exactamente eso. Yo siempre veo lo mismo con la gente que está terminando su libro, cuando estás por terminar aparecen todas las dudas. Yo lo veo en otros y lo reconozco en mí, lo veo lo sufro, lo siento. Me cuesta más alentar a otro y darme cuenta cuando su libro está listo, pero en mí me resulta más difícil. Mis libros caen por peso, por la producción que hay detrás, por las cosas nuevas que estoy haciendo.


¿Cómo surgió la idea y cuál fue el proceso de armado de la serie de libros “Colección Valijita” de Siempre de Viaje?
Algo que me preocupa desde siempre es el escritor frente a su primer libro. Mal encarado ese escritor puede no salir nunca o nunca más, si es que hay una experiencia de desazón. Yo pensaba en quitarle presión al primer libro, con un tipo de circulación que el autor pudiera disfrutar y que sirviera como ensayo en el mejor de los sentidos, con los materiales, tipografía y colores que el autor prefiriera y dentro de un grupo de libros de autor. Todo eso genera un apoyo y quita presión. Cuando una editorial imprime tus poemas, el libro queda fuera de uno y el escritor se siente distanciado.

¿Cómo se solventó el proyecto?
El tema de solventar estos proyectos es un tema importante. Cada uno hizo su libro con sus propios medios, pero sí nos sentamos juntos a imprimir, cortar y pegar. Cada uno invirtió en lo que materialmente el libro necesitaba, pero en el grupo se ayudaron a hacerlo, a mostrarlo, a darle entidad en una serie y que no quedara el libro solo, ni uno solo con el libro.


Ya que también nos convoca el cine y sé que estás escribiendo un guión ¿Qué películas te gustan?
Me gusta mucho David Lynch, Blue Velvet, Mulholland Drive. Yo en él reconozco un artista plástico, me encanta su trabajo con las texturas. Pero miro de todo, no tengo prejuicios, me gusta mucho Un tranvía llamado deseo, Fargo o las películas de los hermanos Cohen. Sí busco que estén bien hechas.

¿Cómo influye en tu vida el azar?
No sé si creo mucho en el azar. Me parece que el azar es lo que no entendemos, lo que irrumpe sin explicación dentro de nuestras cabezas.Finalmente, después del primer momento de sorpresa, de alegría o shock, tiendo a ver el por qué de esa irrupción. Seguramente, nunca llego a la respuesta, o llego a respuestas provisorias, pero de todas maneras sospecho que el azar no existe, porque, claro, también sospecho que existe alguna especie de plan maestro que desconocemos. No soy determinista, no creo que cada uno de mis movimientos estén predeterminados, pero sí que hay algo más general, una especie de laberinto personal y que las decisiones que tomamos -sobre todo las fundamentales, ésas que se dan cuando llegás a la encrucijada- no son azarosas. Para el mí el azar es como un vacío que me gusta llenar, leer, argumentar.

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