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Últimamente me está interesando las representaciones que se ven a través de la pantalla grande acerca de las ciudades.

Me puse a pensar que hay algo taquillero en poner el nombre de una ciudad en el título de una película.
Distintos directores de distintas procedencias utilizan el mismo recurso. Perdidos en Tokio, El último tango en París, Un príncipe en New York, Manhattan, Mamma Roma, son algunos títulos que recuerdo en este momento.
Apenas repito sus nombres como en una suerte de tutti frutti de libre asociación la imaginación viaja por caras, lugares, situaciones, vivencias ficticias y, sin embargo, tan reales como esos puntos en el mapa que, a través del cine, conozco y no conozco todo el tiempo.
(Continuará el siguiente miércoles...)