Lo forzado del amor
Por Ariana Perez Artaso
“La juzgó superior y comprendió que verla comer era, de algún modo, presenciar una sagrada alquimia, obra de dioses, que transformaban aquellas masas de crema en lo esencial de Celia: esas redes de frases sutiles, de conmovedora poesía que, inexplicablemente, necesitaban de un holgado cuerpo para vivir”.
Villa María fue hecha para ser abandonada. Por lo menos eso creyó Enrique Villanueva hasta el último de sus días. Precisamente para poder huir, este personaje de El desencuentro acepta el macabro y bajísimo trato ofrecido por los hermanos Iglesias: enamorar a su hermana obesa y enferma de muerte, para que no abandone el mundo sin haber conocido lo que es amar.
El objetivo de dicho trato encierra el regalo de lo imposible. De todas formas, el amor si no es genuino, por lo menos es simulable, especialmente dinero mediante.
Celia nació enferma en una familia vieja. Esto ya de por sí es un muy mal comienzo. Más allá de la opulencia de su cuerpo, los pocos que la rodearon desde pequeña la creyeron un ser frágil al que debía cuidarse y guardarse, como un tesoro endeble.
El objetivo de dicho trato encierra el regalo de lo imposible. De todas formas, el amor si no es genuino, por lo menos es simulable, especialmente dinero mediante.
Celia nació enferma en una familia vieja. Esto ya de por sí es un muy mal comienzo. Más allá de la opulencia de su cuerpo, los pocos que la rodearon desde pequeña la creyeron un ser frágil al que debía cuidarse y guardarse, como un tesoro endeble.
Con un desarrollo predecible, el plan se lleva a cabo: el prostituto del amor logra fácilmente entrar al reducido mundo de Celia y conquistarla. Pero esto tampoco a él le será gratuito.
Como un homenaje a Saint-Exupèry, el libro de Tuñón redunda en que lo esencial es invisible a los ojos. O tal vez modifique el concepto: a pesar de lo visible, puede existir una esencia capaz de enamorar.
Con recurrentes ideas, frases e incluso palabras, El desencuentro deja entrar al lector en un pueblo estático de Córdoba en el que sus personajes se agitan por unos meses, invocando una y otra vez a los dioses, disfrutando del paso de las estaciones y escuchando las sonatas de Clementi.
Como un homenaje a Saint-Exupèry, el libro de Tuñón redunda en que lo esencial es invisible a los ojos. O tal vez modifique el concepto: a pesar de lo visible, puede existir una esencia capaz de enamorar.
Con recurrentes ideas, frases e incluso palabras, El desencuentro deja entrar al lector en un pueblo estático de Córdoba en el que sus personajes se agitan por unos meses, invocando una y otra vez a los dioses, disfrutando del paso de las estaciones y escuchando las sonatas de Clementi.
Ideal para enamoradizos y poco apto para moralistas o impacientes, este libro contenido en la colección Ficcionaria de la editorial Libros del zorzal, ofrece detalles entrañables que ante el primer descuido hace que uno pierda claridad y compre la historia.
Un poco sobre el autor
Un poco sobre el autor
Eduardo Álvarez Muñón “nació en Buenos Aires y publicó diversos libros de poesía, entre los que se destacan El amor, la muerte y lo que llega a las ciudades (1980), La secreta mirada de las estaciones (1987) y Antología poética (1976-1991). Es autor, asimismo, de una obra de teatro: La memoria y el viento (1983). En el ámbito de la novela, publicó El diablo en los ojos (1994) y El desencuentro (1999), que será próximamente llevada al cine. Tiene, además, un libro de cuentos: Reyes y mendigos (2005). Ha colaborado con numerosas revistas y suplementos literarios y ha sido jurado del Premio de Poesía La Nación”, según se detalla en la página web de la editorial Libros del zorzal.
Detalle
Título: El desencuentro.
Autor: Eduardo ÁLvarez Tuñón.
Editorial: Libros del zorzal. Buenos Aires. 2010.
Páginas: 190.
